Si te sueles preguntar lo mismo
que yo, el porqué de esta, nuestra
generación, más bien el porqué de nuestra forma de ser, nuestras costumbres
adquiridas de nosotros mismos, seguramente, no lo sé, has llegado a la misma
conclusión: La majestuosidad del universo y del mundo ha perdido su magia, su
misterio y creemos que lo sabemos todo, que estamos por encima de todo, que
somos más que Dios, que hemos vivido miles de años, pero si reflexionamos, nos
damos cuenta que: El universo es infinito, el mundo es algo extraño, que por
cada remota cosa que sabemos, hay cientos de miles que aún desconocemos, que
somos tan frágiles en este lugar, que el mínimo choque con la naturaleza nos
acabaría por completo, que no podemos negar que todo es un diseño, que todo es
tan perfecto y que Descartes lo aceptó, que existe algo más que no podemos
controlar, que en realidad solo conocemos nuestro ambiente, vivimos los pocos y
escasos años que vive el hombre promedio, y que nuestra historia es larga, pero
nuestros años y vidas no.
He perdido, con mis hermanos las
ganas de saber de cada uno, de estar en nuestro propio equipo, porque piensan que
ya se conocen todos unos a otros, y ahora el mundo no necesita ser descubierto,
sino manejado, gobernado y conservado, pero es obvio que han hecho todo lo
contrario, se han esclavizado a sí mismos a una vida conformista, donde sus
únicas pasiones son el lujo y el dinero, nada de viajes a las selvas, a países
extraños, nada de admiración por nuestra etnia, por nuestra cultura, ahora todo
es número y cuentas para mandatos. Nada para descubrir lo que pasa dentro de
nosotros mismos, nada para admirarse en estos días. Ya no puedo tener un empleo
en donde la forma más básica del hombre sea estudiada, debe ser el hombre
reemplazado por máquinas y lo básico por complejas formas de combinar la
tecnología. Me siento sin futuro, y perdida en el ayer, me siento muy cansada y
apenas salí de los dieciséis, me siento vieja sin vivir un cuarto de mi vida,
no soy joven, no como cuando tenía diez, que mis uñas eran cortas y no me
importaba, que mi cabeño estaba mal y no me importaba, que no sabía nada del
mundo y amaba a quién me hacía daño, y ahora que estoy tan vieja me siento tan
frustrada porque ya todos sabemos que viene luego de la vejez, y mis sueños
fueron más largos que mis días, que solo recuerdo uno de ellos, en los que me
sentí feliz, y que secretamente siempre sueño con el fin del mundo, y fantaseo
con una asesinato que nunca nadie cometerá, porque puede que toda mi vida
imaginé cosas absurdas con amores que nunca existieron y al que alguna vez
sintió si acaso algo de amor por mí, lo he rechazado.
Empecé a escribir sobre una
generación y terminé hablando sobre mí, ‘pero no te confundas, no ha perdido
relación este tema, en estos días todo el mundo mira hacia abajo o muy hacia
arriba, demasiado, en un tiempo en
que los jóvenes piensan que drogarse es cool, que dañar es bueno, que ir en
contra es lo mejor, que todo es el dinero, pero no nos culpen a nosotros, no lo
hagas por favor, nosotros no somos más que el reflejo de todos los avances del hombre, y de nuestros
padres, de todo lo que ha ido creciendo secretamente y que ha consumido de la
misma manera a la humanidad. No nos juzguen tan cruelmente haciendo parecer que
somos quienes somos por nosotros mismos, porque nosotros hemos creado nuestra
subcultura, a raíz de una mayor, pero disfrazada. Cuando todo esto puede
resumirse a un pensamiento: La tristeza
es bella, y lo bueno es triste.
Aun así gentes, mis ganas de
seguir viviendo, aunque el viento ya no sople, aunque el sol caliente
demasiado, y la luna no enfríe lo suficiente, aunque Mary siga sufriendo o no
pare de reírse, aunque se burlen de mí, aunque sigan cuestionándome, aunque ya
no tenga razones, mis ganas de vivir como
yo quiero y haciendo lo que yo quiero, siguen intactas.